lunes, 5 de enero de 2015

El hombre que olía el futuro

Tenía cuatro años cuando mientras veía el piso, dijo: “Va a llover, va a llover muy fuerte”. En la recámara solamente estaba su hermano mayor. Lo vio con curiosidad. Afuera, el sol estaba resplandeciente; las predicciones meteorológicas decían que habría un largo período de sequía. Sin embargo llovió y mucho. “¿Cómo lo supiste?”, le preguntó cuando empezó la tormenta.  “Lo olí”, respondió. Había sentido en su nariz el olor de la tolvanera que se desató en la carretera, el perfume de las hojas y de los pétalos sacudidos por el aguacero. Por primera vez en su vida había olido el futuro.

Siguió sucediendo pero cada vez con más frecuencia. Tenía siete años y estaba sentado sobre unas rocas, cerca de la casa de la playa cuando un olor acre a humo lo golpeó. Volteó hacia la blanca villa con fachada hacia la playa y simplemente dijo: “Se va a quemar”.  Su hermano, quien ya había olvidado el primer episodio, no le hizo caso y se aventó a nadar al mar. Nadaba lejos de la orilla cuando vio las grandes llamas devorando la madera junto con la vida de sus padres dormidos. Con el paso del tiempo, su olfato se afinó: lograba oler hasta sucesos lejanos. Con semanas de anticipación, sintió el perfume de la mujer de su vida. Cuando la vio, la reconoció por instinto, literalmente. Después de tres años de matrimonio, se despertó con el olor de una loción de afeitar sobre su almohada, una que nunca había usado; comprendió que otro hombre vendría a traérsela. Su hermano lo miró perplejo: ¿Pero por qué si tienes esta capacidad, nunca la has usado para evitar los problemas a tiempo?” Levantó ligeramente los hombros. “Un detector de metales para nada mueve los objetos, sólo sabe dónde están cuando es necesario”. “¿Y ahora?”, le preguntó su hermano, “¿hueles algo?” “No, nada, no huelo nada desde hace meses”. “¿Ya perdiste tus poderes?” “No, para nada”, respondió con una sonrisa que pertenecía a otro tiempo. “No creo que sea así, el olor a la nada nunca había sido tan fuerte como cuando nos subimos a este avión”.

Traducción: Mónica Badillo

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