Antes de presentar la traducción de este cuento, tienen que saber que Mortelune sí existió. Es un lugar extraño en donde se desarrolla un complejo futuro post-nuclear donde la escasez y los excesos han reducido a la humanidad a un estado absurdo, donde imperan el canibalismo y otras costumbres no menos monstruosas. Se trata de una serie originalmente titulada Les eaux de Mortelune o Las aguas de Mortelune, situada en un París semi-destruido donde el agua y la comida escasean, por cuyas páginas desfilan complejos personajes como un carnicero caníbal que prostituye a su hija menor de edad y un submundo de insectos gigantes y antropomorfos que parecen destinados a heredar la civilización que la humanidad no supo preservar.
El cuento que presentamos hoy se titula...
Mortelune
Era Noche de Halloween. En lugar de salir a las calles a pedir dulces, papá tuvo una mejor idea: hacer un picnic en el bosque con mamá, mi hermana Eloise y mi amigo Thierry. Y fue entonces que para la tarde terminamos de meter al coche todo lo necesario para irnos al bosque de Mortelune.
El cuento que presentamos hoy se titula...
Mortelune
Era Noche de Halloween. En lugar de salir a las calles a pedir dulces, papá tuvo una mejor idea: hacer un picnic en el bosque con mamá, mi hermana Eloise y mi amigo Thierry. Y fue entonces que para la tarde terminamos de meter al coche todo lo necesario para irnos al bosque de Mortelune.
Mientras mamá y Eloise preparaban la cena, papá nos dijo:
“Niños, vayan a buscar leña seca para hacer una buena fogata, para que
luego podamos asar bombones.”
Entonces, Thierry y yo nos fuimos a buscar leña. Mientras más nos adentrábamos
en el bosque, la vegetación nos parecía cada vez más rara. Los árboles eran
color gris y las hojas, con el reflejo de la luna llena, adoptaron un extraño
tono plateado.
En nuestro intento de avanzar mientras veíamos hacia abajo para
encontrar leña, Thierry y yo nos perdimos. Nos pusimos a gritar como locos con
la esperanza de que mamá y papá nos escucharan. Sin embargo, por más que
gritamos nadie respondió.
“Yo creo que es por allá”, dijo Thierry.
En efecto, había un pequeño camino que serpenteaba entre las zarzas.
Empezamos a caminar más rápido porque el miedo nos había alcanzado. Al cabo de
aproximadamente media hora ya estábamos completamente perdidos. De pronto, un
grito se escuchó justo a un lado de nosotros.
“¿Qué es eso?”, dijo Thierry temblando.
El grito lúgubre retumbó de nuevo. El crujido de las ramas resonó a
nuestro alrededor. Aterrorizados por los extraños ruidos, no nos atrevimos a
volver a llamar a nuestros padres. Fue entonces cuando del camino surgió una
extraña silueta.
¡Un horrible monstruo! Tenía dos enormes brazos que le llegaban hasta
las pantorrillas, ojos amarillos y crueles. Sus dientes eran puntiagudos y la
nariz se le juntaba con los labios. Era completamente morado y no dejaba de
saltar en el mismo lugar. Muertos de miedo, no nos atrevimos a movernos más.
Hola, niños, nos dijo, ¿están aquí por el juego?
- ¿El juego?
- Sí, el juego de Halloween.
- Sin saber nada, dijimos que sí.
- ¡Ah, qué bien! Pensé que nadie vendría. Esque se vuelve muy difícil.
- ¿Ah sí?, dijo Thierry que estaba blanco como una hoja de papel.
- Sí porque al que pierda, me lo voy a tener que comer, dijo el
monstruo. Voy a contar hasta diez y después voy a buscarlos; si los encuentro,
mucho mejor porque desde hace tres meses no he comido nada…
¡UNO…DOS…TRES…CUATRO…CINCO…SEIS…SIETE…OCHO…NUEVE…DIEZ!
Antes de que tuviéramos tiempo de reaccionar, el monstruo se lanzó sobre
Thierry. La boca del monstruo empezó a crecer, creció y creció, y creció más
hasta que devoró a Thierry de un solo bocado. Fue espantoso...
Me eché a correr como loco. Pero el monstruo estaba ahí, justo detrás de
mí. Podía escuchar su respiración ronca y sentir su olor pestilente. En la escuela era campeón de carreras, pero en
ese momento, por más que corrí lo más rápido posible, poco a poco el monstruo
me alcanzó. De pronto, sentí sus garras sobre el hombro y caí sobre las hojas
muertas. Me tomó del brazo y me empezó a sacudir...
- Despiértate ya, es hora de ir a la escuela.
¡Qué alivio! Había sido una horrible pesadilla y era papá quien me
estaba agarrando el brazo para despertarme.
- Hoy es 31 de octubre, dijo papá, y tengo una idea increíble. Llamé a
los papás de Thierry y ya dijeron que sí. Esta tarde nos vamos de picnic al
Bosque de Mortelune.