lunes, 2 de junio de 2014

Las travesuras de Cupido

¿Quién no conoce a Cupido? ¿Quién no ha gozado o sufrido por los embates de sus flechas? En esta ocasión compartimos con ustedes nuestra traducción del cuento The Naughty Boy, escrito originalmente en danés por el poeta Hans Christian Andersen, cuyas obras han sido traducidas a más de 120 idiomas. Para este trabajo, seleccionamos la traducción al inglés de Mary Howitt, una poetisa, traductora y editora inglesa que tradujo varias obras de Andersen como Wonderful Stories for Children, de 1846, de donde se extrajo este cuento.

El niño travieso

Había una vez un anciano poeta, muy bueno y muy viejo. Una tarde, mientras descansaba en casa, cayó una fuerte tormenta; afuera llovía a cántaros, pero el anciano se encontraba cómodo  en su casa sentado junto a la estufa con el fuego encendido donde se asaban lentamente unas manzanas.
-Pobres a los que la tormenta agarró fuera de casa, quedarán hechos una sopa -dijo, pues era un poeta de buen corazón.
-¡Ábrame! ¡Tengo frío y estoy mojado! -gritó un niño desde fuera. Y tocaba  la puerta llorando, mientras la lluvia caía a cantaros y el viento azotaba las ventanas.
-¡Pobrecito! -dijo el viejo, y se apresuró a abrir la puerta. Estaba ante ella un niño completamente desnudo; el agua le escurría de los largos rizos rubios. Tiritaba de frío; de no encontrar refugio, habría muerto víctima de la inclemencia del tiempo.
-¡Pobre pequeño! -exclamó el compasivo poeta,  y lo tomó de la mano-. ¡Pasa, te abrigaré! Te daré vino y una manzana, porque eres tan hermoso. Y lo era. Sus ojos parecían dos brillantes estrellas, y sus largos y enredados rizos eran como de oro puro, aun estando empapados. Era un verdadero ángel, pero estaba pálido de frío y todo su cuerpo temblaba. Llevaba en la mano un pequeño arco muy bonito, pero la lluvia lo había estropeado; con la humedad, los colores de sus flechas se habían mezclado unos con otros.
El poeta se sentó junto a la estufa y cargó al niño sobre sus rodillas, le secó el agua del pelo, con sus manos calentó sus manitas y le preparó vino dulce. El pequeño no tardó en reponerse: el color regresó a sus mejillas, saltó al suelo, y se puso a bailar alrededor del viejo poeta.
-¡Eres un niño alegre! -dijo el viejo-. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Amor -respondió el pequeño-. ¿No me conoces? Ahí está mi arco, con el que disparo; deberías creerme. Mira, ya no llueve, y la luna brilla.
-Pero tu arco se descompuso -observó el anciano.
-¡Qué mal! -exclamó el niño, lo recogió del suelo y lo examinó cuidadosamente-. ¡Bah!, ya se secó; no le pasó nada; la cuerda está tensa. ¡Voy a probarlo!
Tensó el arco, le puso una flecha, apuntó  y disparó certero, atravesando el corazón del poeta. -¡Ya ves que mi arco sí sirve! -dijo, y riéndose a carcajadas se marchó.
¿Se había visto un niño más malo? ¡Disparar contra el viejo poeta que le había dado refugio en su acogedora casa, había sido tan amable con él y le había dado tan exquisito vino y la mejor de sus manzanas!
El buen hombre permanecía tirado en el suelo, llorando; realmente lo habían herido en el corazón.
-¡Oh, qué niño tan mal agradecido es ese Amor! Le contaré a todos los niños buenos para que tengan cuidado y no jueguen con él, pues los puede lastimar.
Todos los niños y niñas buenos a quienes contó lo sucedido se pusieron alertas contra los engaños de Amor, pero éste continuó haciendo de las suyas, pues es muy astuto. Cuando los estudiantes salen de clases, camina a su lado con un libro bajo el brazo y vestido con un abrigo negro. No lo reconocen y lo toman del brazo, creyendo que también es un estudiante, y entonces les clava una flecha en el corazón.
Cuando las muchachas regresan de la iglesia y han recibido la confirmación, las sigue también. Sí, siempre anda cazando a las personas. En el teatro se sienta en el gran candelabro, y brilla para que las personas crean que es una lámpara, pero demasiado tarde descubren su error. Corre por los jardines del rey y alrededor de los campos de polo. Sí, un día hirió en el corazón a tu papá y a tu mamá. Pregúntales, verás lo que dicen. Sí, Amor es un niño muy travieso; nunca te metas con él; acecha a todo el mundo. Piensa, un día disparó una flecha a tu abuela; pero eso fue hace mucho tiempo. Ya pasó, pero nunca lo olvidará.

¡Maldito Cupido! Pero ahora ya lo conoces y sabes lo malo que es.

The Naughty Boy
There was once upon a time an old poet, such a really good old poet! One evening, he sat at home—it was dreadful weather out of doors—the rain poured down; but the old poet sate so comfortably, and in such a good humour, beside his stove, where the fire was burning brightly, and his apples were merrily roasting.
"There will not be a dry thread on the poor souls who are out in this weather!" said he; for he was such a good old poet.
"O let me in! I am freezing, and I am so wet!" cried the voice of a little child outside. It cried and knocked at the door, while the rain kept pouring down, and the wind rattled at all the windows.
"Poor little soul!" said the old poet, and got up to open the door. There stood a little boy; he had not any clothes on, and the rain ran off from his long yellow hair. He shook with the cold; if he had not been taken in, he would most surely have died of that bad weather.
"Thou poor little soul!" said the kind old poet, and took him by the hand; "come in, and I will warm thee!
And thou shalt have some wine, and a nice roasted apple, for thou art a pretty little boy!"
And so he was. His eyes were like two bright stars, and, although the water ran down from his yellow hair, yet it curled so beautifully. He looked just like a little angel; but he was pale with the cold, and his little body trembled all over. In his hand he carried a pretty little bow; but it was quite spoiled with the rain, and all the colours of his beautiful little arrows ran one into another with the wet.
The good old poet seated himself by the stove, and took the little boy upon his knee; he wrung the rain out of his hair, warmed his little hands in his, and made some sweet wine warm for him; by this means the rosy colour came back into his cheeks, he jumped down upon the floor, and danced round and round the old poet.
"Thou art a merry lad," said the poet; "what is thy name?"
"They call me Love," replied the boy; "dost thou not know me? There lies my bow; I shoot with it, thou mayst believe! See, now, the weather clears up; the moon shines!"
"But thy bow is spoiled," said the old poet.
"That would be sad!" said the little boy, and took it up to see if it were. "Oh, it is quite dry," said he; "it is not hurt at all! The string is quite firm: now I will try it!"
And with that he strung it, laid an arrow upon it, took his aim, and shot the good old poet right through the heart!
"Thou canst now see that my bow is not spoiled!" said he; and laughing as loud as he could, ran away. What a naughty boy! To shoot the good old poet who had taken him into the warm room; who had been so kind to him, and given him nice wine to drink, and the very best of his roasted apples!
The poor poet lay upon the floor and wept, for he was actually shot through the heart, and he said, "Fy! What a naughty boy that Love is! I will tell all good little children about him, that they may drive him away before he makes them some bad return!"
All good children, boys and girls, to whom he told this, drove away that naughty little lad; but for all that he has made fools of them all, for he is so artful! When students go from their lectures, he walks by their side with a book under his arm, and they fancy that he too is a student, and so he runs an arrow into their breasts. When young girls go to church, and when they stand in the aisle of the church, he too has followed them. Yes, he is always following people!
He sits in the great chandelier in the theatre, and burns with a bright flame, and so people think he is a lamp, but afterwards they find something else! He runs about the king's garden, and on the bowling-green! Yes! He once shot thy father and mother through the heart! Ask them about it, and then thou wilt hear what they say. Yes, indeed, he is a bad boy, that Love; do thou never have any thing to do with him! —he is always running after people! Only think! Once upon a time, he even shot an arrow at thy good old grandmother!—but that is a long time ago, and it is past. But thus it is, he never forgets anybody!
Fy, for shame, naughty Love! But now thou knowest him, and knowest what a bad boy he is!

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